lunes, 16 de diciembre de 2013

Resumen: Estudiantes de Secundaria

 
Estudiantes de secundaria
Sus apropiaciones de recursos culturales para recrear su condición como jovenes en la escuela.
Por: Claudia L. Saucedo.
 
En la escuela hay marcos de actuación, contextos delimitados donde los estudiantes no puedan hacer lo que se les antoje en respuesta a su condición como jóvenes. Ser estudiante y ser joven supone una condición de vida particular en la que, por lo general, tanto en la escuela como sus actividades ocupan una parte importante del tiempo de vida de los y las muchachas.

 Cuando se realizan investigaciones con estudiantes de secundaria, uno de los primeros dilemas que surgen es si se les llama jóvenes o adolescentes. En este caso se emplea la palabra jóvenes para referirse a os estudiantes. Los estudiantes jóvenes ocupan posiciones subordinadas en la escuela y están expuestos a información cultural y prácticas sociales, que con frecuencia no entienden el mismo sentido de los adultos.

 Desde el enfoque que se habla, la cultura estudiantil, no se puede considerar estas culturas como entidades homogéneas o monolíticas que correspondieran con grupos sociales y que, al investigarlas nos dan cuenta de la “esencia cultural”.

 Hay que ver a los estudiantes de secundaria, como individuos que participan en la escuela empleando recursos para mediar sus acciones y así lograr satisfacer determinadas necesidades. En estas prácticas sociales y recursos culturales que se presentan dentro de la escuela secundaria, el estudiante se apropia de estas dándoles un sentido personal y colectivo que le permite expresar su condición como jóvenes.

 “La escuela para adolescentes” postulado por Moisés Saenz implica la puesta en práctica de discursos sobre la adolescencia que la resalta como etapa de vida. La estructura escolar de las secundarias responde, por tanto, a una visión de los estudiantes como individuos a los que hay que orientar, controlar, aconsejar o disciplinar.

 En la secundaria se puede observar con frecuencia que los profesores dan consejos a sus alumnos que marcan la diferencia de etapa que los alumnos están viviendo y el hecho de que ya no son unos niños sino “adolescentes” que deben empezar a pensar en el futuro mediato (los exámenes) o inmediato (el certificado escolar, la carta de buena conducta). Sin embargo, esta preocupación, este énfasis en la etapa de la adolescencia como momento formativo, no cambia dentro de los intereses y vivencias de los estudiantes.

 En la secundaria donde se realizo la investigación de campo localizada en el municipio del Estado de México se podía observar tres formas en que los alumnos se apropiaban d las reglas y las usaban para mediar sus acciones de una forma creativa y para sus propios fines.  

 
Una de estas es la que “llevarse y aguantarse” en el que a los alumnos les permite mediar sus acciones y saber hasta dónde moverse. Los alumnos comparten agresiones o faltas d respeto como lo son intercambio de golpes, pellizcos, apodos, burlas y sobre todo, en los juegos lingüísticos de doble sentido que ponen a prueba la masculinidad de los muchachos. Cuando se rebasan ciertos límites en el alumno, y ya no quiere “llevarse” se marca un alto y detiene el juego, apartándose del grupo de jóvenes. Con frecuencia las muchachas no forman parte de este juego.

 En esta escuela los alumnos no tenían permitido salir del aula de clases cuando el maestro no estaba, por lo que el aula se convertía en un espacio de diversión pero son vigilancia, lo que muchas veces el “llevarse y aguantarse” generaba algunos problemas en los jóvenes lo que por un lado puede ser el resultado del hecho de estar en el aula, sin la posibilidad de expresar sus energías en el patio de juegos.

 Con frecuencia los adultos permiten el empleo de esta regla social y entran en acción cuando los alumnos no logran un equilibrio mutuo.

 
 La segunda forma es la de “a mí dame un punto”; en el contexto del aula, los estudiantes cotidianamente se encuentran con un conjunto de recursos materiales y simbólicos que emplean los docentes para organizar la enseñanza. La organización de la enseñanza en la escuela secundaria con frecuencia se sustenta en una lógica de evaluación en la que los alumnos deben alcanzar determinados puntajes a través de tareas, respuestas en clase, ejercicios, trabajos especiales, etc. En la secundaria la mala conducta tenía un efecto en este conteo de puntos, ya sea porque un estudiante no tendría derecho a obtenerlos o porque se le bajaba puntos dependiendo de su mal comportamiento.

Cuando se le da cierta autoridad a un alumno como el caso de vigilar a sus compañeros y otorgar puntos de mala conducta tiene el poder de dirigir y organizarlas acciones divertidas para quitar o asignar puntos. El empleo de este recurso le permite expresar sus ganas de jugar y bromear con las reglas del aula.

 Tomar en cuenta las relaciones de poder que los estudiantes ejercen en su propio mundo de interacciones es algo importante porque se encuentran practicando habilidades de liderazgo y de inclusión/exclusión entre ellos.

 
En la tercera forma “no fachosos pero bien peinados”; en la escuela secundaria los estudiantes cotidianamente se las ingenian para lograr interacciones de perspectivas y recursos con los que se identificaban en tanto jóvenes, con aquellos elementos de regulación que encontraban en la escuela.

 En la escuela había una gran insistencia en que los estudiantes llevaran limpio el uniforme y no usar prendas ajenas al mismo y que lo portaran de manera correcta. Las peticiones del personal de la escuela en torno al uso del uniforme y arreglo físico respondían a las necesidades de tener una visión homogénea de los alumnos, de cumplir con los requisitos de evaluación de un sector superior en la jerarquía institucional escolar, de ubicar a los estudiantes todavía como niños, de dotar al uniforme como un elemento de identidad contra los peligros de la calle, pensar en la economía familiar y evitar conflictos entre los alumnos por las posesiones entre ellos.

El dilema para las y los muchachos consistía en que aceptaban la calidez de los argumentos en torno al reglamento escolar, pero, al mismo tiempo, buscaban integrar y negociar sus propias perspectivas.

 En la secundaria tanto maestros como estudiantes hablaban de la transición de la niñez a la adolescencia como el caldo de cultivo en el que se gestaban muchos de los problemas. Muchos de las acciones estaban mediadas por el manejo que se hacia de este recurso explicativo, los maestros y prefectos veían a los alumnos como individuos que debían ganar la responsabilidad de sus acciones por su mismos o que todavía no tenían control sobre su conducta. Pero estos mensajes no correspondían con las prácticas, pues en ellas no se dejaba que los alumnos asumieran las consecuencias de sus acciones ni se promovían acciones en las que aprendieran a responsabilizarse de sí mismos, sino que traían a colación a os padres con frecuencia o se vigilaba a los estudiantes de diversas formas.

 
Como conclusión se llega a identificar la manera en que los estudiantes de la escuela secundaria se apropiaban de recursos culturales existentes para mediar sus acciones y expresar su condición como jóvenes. Se resalta la necesidad de acortar el análisis de los estudiantes como jóvenes de acuerdo con las posibilidades de acción que encuentran en el contexto escolar. Cotidianamente las y los muchachos participan en el a través de un conjunto de contextos con los que se les ubica como jóvenes, tienen acceso a determinado tipo de recursos culturales, se expresan y defienden sus derechos o preocupaciones específicas que se generan de acuerdo con las demandas y las relaciones sociales existentes en cada contexto.

 En su encuentro con los maestros las y los jóvenes  cambiaban el sentido de los usos de recursos ya que podían justificarse para que no se les castigara, expresar desacuerdo y enojo, insistir en expresar sus preferencias, en cuanto a la moda, emplear las reglas de orden para dar una imagen, etc.

A través del uso diverso de los recursos culturales que tenía lugar tanto en las interacciones tanto entre muchachos y muchachas como con los adultos en la escuela, se esfuerzan por poner en marcha expresiones de jóvenes.

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